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sábado, 4 de enero de 2020

RECUERDOS DE UN GUITARRISTA: EL TÍO MODES

RECUERDOS DE UN GUITARRISTA: EL TÍO MODES

Corría el año 1990. En el radiocasete sonaba el “Time’s up” de Living Colour. Por aquel entonces yo tocaba en una banda de rock con otros chavales del barrio. El caso es que el otro guitarrista de la banda había conocido en el servicio militar a un tipo aficionado al Rock. Él y su hermano mellizo que eran de Esplugues de Llobregat (¿Eduard y Albert?...perdón si cambio los nombres, hace mucho tiempo) tenían una pescadería familiar y en el piso de arriba montaban jam sessions privadas. Tocábamos, bebíamos y fumábamos sin parar mientras hacíamos crujir las guitarras y demás artefactos sonoros. En una de esas jams uno de los hermanos me comentó que conocía a el Tío Modes “si, si, el de la Banda Trapera”. Por aquel entonces todo mi conocimiento de esta banda lo formaban una borrosa cinta grabada por un colega y la pintada del “Ciutat Podrida” que presidia la plaza Angel Pestaña, en el barrio de Prosperitat, fruto de la admiración que dicha banda generaba en las bandas punks locales. La información era escasa. No internet, no mp3. “Ya te lo presentaré, os tenéis que conocer”, me dijo el mayor de los hermanos.

El caso es que una noche después de una de aquellas jams nos lo encontramos en un bar rockero de la zona. El Tío Modes estaba solo, apoyado en la barra con su cerveza. Su pelo crispado y su gabardina larga y oscura le daban un aspecto setentero a lo Jimmy Page. Nos presentaron y accedió encantado a hacer una jam con nosotros “Vale tíos, mola, montamos algo”. Los hermanos me habían pasado la maqueta en casete de su disco “Memorias de nuestros olvidos” (con una versión increíble de “Gamberro”) y me gustó mucho el carácter rockero y personal de las guitarras.

Llegó el día y fuimos a su local de ensayo en Sant Just Desvern donde llevaba a cabo junto a Juan Pulido, Sergio y Sito su actual proyecto: Oficial Matute. Nos presentamos. Eran una gente muy cordial y llana, de barrio. La diferencia de edad no fue ningún obstáculo. Estuve charlando con Juan, batería original de La Banda Trapera y cantante del actual proyecto. Le enseñé mi Squier JV “como molan las Telecaster”, “las antiguas están muy valoradas…”, comentó. El Tío Modes se fué a por cervezas y volvió con dos Voll-Damm frías que puso encima de su enorme amplificador Marshall con pantalla de 4X12: “Ya tengo mi dosis, sonrió”.

Empezamos a tocar riffs y ruedas de acordes al azar. Me lancé con “Gamberro” y la banda agradeció el guiño. El Tío Modes desprendía una energía y un sonido que raramente he vuelto a percibir en guitarrista alguno. Comparable a cualquiera de los “grandes” y con un estilo de Rock’n’Roll personal, crudo y visceral. Un fuera de serie. Al mismo tiempo su planteamiento de una jam era puro: empezar a tocar cualquier cosa, escuchando y dejando espacios a los demás. No importan estilos ni nivel, todo cabe. Comunicación. Se echan en falta ese tipo de jams, la mayoría de veces estas se convierten en simples exhibiciones personales o demostraciones de memorización de repertorio. El Tío Modes tocaba una Gibson Les Paul negra muy trabajada y con las cuerdas muy finas: “sólo sabe afinarla él” me dijo Juan, algún problema de quintaje supongo. “Tuve una Gibson SG muy guapa pero me la robaron”, se lamentó. Estuvimos tocando varias horas y después de un intenso cruce de fraseos el Tío Modes se me acercó a un palmo de la cara (usaba unas gruesas gafas), me miró fijamente y me estrechó la mano. Aquello fue como una especie de “graduación” rockera. Fue como recibir uno de esos títulos que arquitectos o abogados cuelgan en las paredes de sus despachos. Es un momento que, acrecentado por los años, recuerdo con mucho orgullo y sobre todo mucho afecto.

Luego fuimos a la casa del Tío Modes, que vivía en una casita en medio del campo, a tomar unas cervezas y charlamos largo y tendido sobre música. Por aquel entonces yo aún no daba clases de guitarra. Modesto lo hacía de forma esporádica e informal a algunos chavales del barrio y estuvimos hablando del tema. Él había aprendido a tocar, según me comentó uno de los hermanos, en una larga temporada que tuvo que pasar convaleciente siendo niño. Tenía un estilo realmente único, libre y 100% autodidacta. También hablamos sobre los métodos de composición y el Tío Modes me dijo: “Me paso un tiempo sin escuchar música, me aíslo…y luego hago la música que me gustaría escuchar, sólo lo que resuena en mi cabeza”. Una lección magistral. Un tipo generoso el Tío Modes.

Quedamos en repetir la sesión, pero se perdió el contacto con los hermanos y nunca más nos volvimos a encontrar. El Tío Modes y Juan pasaron a mejor vida, como se suele decir, pero siguen siendo para mí una referencia de lo que es el verdadero Rock: música sincera que sale de la gente de las barriadas. Cuando alguien me pregunta por mis estudios musicales les digo que soy autodidacta, pero que un día recibí mi “graduación” en Rock de la mano del gran Modesto Agriarte, “El metralleta”, “El Tío Modes”.

Quede pues este escrito como recuerdo y homenaje. Gracias maestro!!!

Jordi Egea
Guitarrista y compositor
www.guitarrabcn.com
www.loselectricos.com

Fotografía de Modesto Agriarte por Xavi Mercader